sábado, 4 de diciembre de 2010

Un plan sin plan

Un plan sin plan

Borja Montaño

Como la adolescencia hace que aparezca el indeseado acné o los cambios bruscos de personalidad y de humor, la crisis económica ha hecho salir a la luz las impurezas de nuestro sistema productivo y ha exigido de cambios en nuestro modo de regular, planificar y gobernar. Si bien es cierto que estábamos haciendo cosas mal, aquellas voces que ponen en el cielo la necesidad de un cambio de modelo económico entendiendo por ello desviarse del capitalismo carecen de sentido. Es decir, las reformas o actuaciones que se han planteado tanto en España como en Europa o EEUU están bien enmarcadas en el sistema capitalista.

En las economías con una regulación pública importante, como es el caso de Europa, la intervención del gobierno ha jugado un papel clave a la hora de sobrevivir con más o menos problemas a la crisis económica. De hecho, no todos los países han aguantado la turbulencia, de sobra es conocido a este respecto el caso de Grecia. Teniendo en cuenta que hoy por hoy todos estamos de acuerdo en el origen de la crisis económica y que existe un gran abanico de opiniones acerca de las posibles políticas para alejarse de ella, podemos preguntarnos ¿Acaso no será que nos estamos centrando mucho más en conocer el problema que en solucionarlo? Vayamos a un caso local, por ejemplo Alcoy, los alcoyanos sabemos que problemas tiene nuestra economía, cualquier vecino podría explicar la grave situación de la industria local, la elevada tasa de paro, el endeudamiento municipal o la falta de iniciativa empresarial. Sin embargo, si nos preguntamos cuál es el plan que se debiera seguir para que Alcoy saliera de esta crisis económica la respuesta parece menos obvia. Lo cierto es que tenemos poco clara la respuesta porque no sabemos cuál es el plan del Gobierno local, que no por nada es el ente planificador y no para nada obtiene los recursos económicos así como el derecho y deber de gestionar y regular para fomentar el progreso económico de la ciudad. Estoy seguro de que para las elecciones municipales venideras no se va a proponer una nueva estrategia económica para la ciudad, el motivo es claro, no existe una estrategia anterior. Tenemos un plan sin plan, vamos a la deriva.

Supongamos por un momento que había un plan. Una de las pocas cuestiones en las que todos los teóricos, políticos y profesionales de la economía coincidimos en la gran importancia que tiene la educación, la formación y la innovación como motor de la economía y como pieza clave para la competitividad y la sostenibilidad a corto, medio y largo plazo. Por ello la planificación económica municipal tanto de Alcoy como de todas las poblaciones debiera tener siempre el objetivo de acercarse y aprovechar la producción de capital humano que desprende la Universidad.

Recientemente, el Gobierno del Alcoy dando un precipitado y turbio carpetazo ha decidido adjudicar el servicio de transporte Alcoy-Universidad al grupo Subus. El concejal Sanus se excuso en las prisas acometidas en este proceso poco ortodoxo, que justificó por otro lado con la bandera de la sostenibilidad económica. Obviamente, esta medida no es sostenible en tanto en cuanto que supone una fuga de cerebros ¿Por qué? Un empeoramiento del servicio de transporte, con menos paradas, mayor tiempo de viaje y un largo etcétera que podrían explicar sus usuarios, supondrá que una mayor proporción de alumnos escogerá residir fuera de Alcoy en lugar de subir y bajar. Con lo cual a corto plazo supone una fuga de las rentas locales hacia fuera de la ciudad que irán a generar riqueza fuera de nuestra comarca, pero lo peor viene en el largo plazo. La probabilidad de que este estudiante que hoy decide alquilar un piso al lado de la Universidad no vuelva a Alcoy como empleado formado o empleador es elevada, con lo cual a medio largo plazo supone una medida poco sostenible.

No me cabe duda de que el propio Sanus estará de acuerdo conmigo, del mismo modo que yo entiendo que el presupuesto y la deuda ahoga. Pero estas medidas precipitadas y poco claras no se habrían llevado a cabo de no existir un plan sin plan.